El ciberacoso es una amenaza para nuestros menores que la propia tecnología puede ayudar a resolver. En este sentido, desde SPC, se ha elaborado un decálogo con consejos para evitar el acoso y el ciberacoso gracias al smartphone y a un correcto asesoramiento por parte de padres y docentes.
El objetivo: que el menor se sienta a gusto en las redes sociales y sepa reconocer las amenazas potenciales de un mal uso para, así, poder evitarlas.
I – La importancia de preservar los datos personales
Las redes sociales de moda entre los jóvenes, como Instagram y TikTok, son un reclamo para ellos, así que les pueden incitar a compartir sus datos personales en estas plataformas con personas desconocidas. Por fortuna, como padres, desde las opciones de control parental del smartphone o a través de aplicaciones de terceros, podemos restringir el acceso a ciertas webs, controlar sus listas de contactos o configurar las opciones de privacidad y de seguridad de dichas redes sociales.
Incluso, llegados a un caso extremo, podemos denunciar desde el propio smartphone que hay una vulneración del derecho a la intimidad si detectamos que alguien ha compartido información comprometida del menor.
II – La netiqueta: educación en las RR.SS.
El término netiqueta se refiere a unas normas de cortesía, de comportamiento, en internet y en las redes sociales. Son pautas que facilitan la cordialidad y la interacción entre los usuarios. En el caso de los más jóvenes, conviene asesorarlos en su cumplimiento: deben adoptar las buenas formas, el respeto a los otros usuarios y la educación en todas sus comunicaciones, y preservar tanto su propia privacidad como la ajena.
III – Uso responsable del smartphone
Bien entendido y utilizado, el smartphone es el mejor aliado para detectar y combatir situaciones de acoso y ciberacoso. Sin embargo, los menores deben estar acompañados por un adulto mientras lo usan, sobre todo en sus inicios, para recibir sus consejos a la hora de utilizarlo de manera responsable.
De tal manera, con la ayuda de aplicaciones, códigos de conducta y pautas de uso bien delimitadas, el teléfono móvil se puede convertir en una herramienta para evitar los abusos y no en un medio para recibirlos (a través de mensajes, llamadas, publicaciones en redes, etc.)…
IV – Evitar compartir información personal y contraseñas
En las redes sociales, la información no tiene barreras. Aunque borres un comentario, otro usuario puede haberlo capturado y compartido en esa misma red social o a través de alguna aplicación de mensajería. Una norma básica es que las contraseñas de las cuentas y perfiles sociales solo las deben conocer el menor y, como mucho, sus padres si así lo han decidido en el ámbito familiar. No se deben compartir con nadie más.
V – Las imágenes, los vídeos de terceros y conversaciones con otras personas son privados
Si un menor decide etiquetar a otro en una publicación en las redes o bien comparte unas imágenes o un vídeo acompañado por otro usuario, debe solicitarle antes permiso para publicarlo en las redes y en los servicios de mensajería instantánea.
Las etiquetas, a la hora de compartir contenido, han de servir para notificar algo amable; nunca para insultar o humillar a la persona etiquetada. Siempre hay que ser muy precavidos a la hora de mostrar la intimidad propia y la de otros, ya sean fotos, vídeos o conversaciones privadas con terceros, y asegurarse de que esa persona está de acuerdo con la publicación.
VI – Un desconocido también lo es en las redes
Cuando accede a las redes sociales, el menor puede sorprenderse con la gran cantidad de solicitudes de seguimiento y de amistad que recibe y puede interpretarlas, de manera incorrecta, como una muestra de popularidad. Esa puede ser una brecha para los desconocidos que, con malas intenciones, buscan acceder a su información.
En ese sentido, el menor debe ser consciente de que puede ignorar, cancelar y dejar en espera las solicitudes de amistad, de la misma manera que no debe enfadarse si sus propias solicitudes de amistad no son atendidas.
VII – Cómo detectar bulos
Los adultos ya sabemos que internet y, sobre todo, las redes sociales, son una herramienta ideal para que los que propagan bulos y fake news hagan de las suyas. Eso es algo que desconocen los menores, a los que habrá que formar para que detecten estos rumores preguntándose: “¿Está bien escrito? ¿De dónde procede la información? ¿Es fiable? ¿La he visto publicada en otro lugar?”.
Si el menor tiene la más mínima sospecha, debe evitar compartir esa información e incluso reportarla a la red social donde aparezca, así como informar a sus padres o adultos de confianza.
VIII – Cuándo usar seudónimos
Lo ideal es que los menores adopten identidades protegidas por seudónimos (o nicks) en las redes sociales que no puedan relacionarse con ellos. Es decir, para preservar su propia imagen, esos seudónimos no deberían poder vincularse a su nombre real, su lugar de procedencia, su fecha de nacimiento… ni dejar entrever ningún dato que pueda remitir a ellos.
La mayoría de las redes sociales admiten el uso de nicks, así que conviene utilizarlos para evitar contratiempos. Lo que no pueden hacer es usar estos seudónimos para, amparándose en el anonimato, atacar a otros conocidos, una conducta que los tutores deben vigilar.
IX – Herramientas y apps para combatir el ciberacoso
Una de las grandes ventajas de los teléfonos móviles es que ofrecen posibilidades infinitas a partir de la instalación de las aplicaciones más versátiles.
En lo que respecta al acoso escolar, son muchas las herramientas que se nos ofrecen para detectarlo y combatirlo: software de control parental; aplicaciones para poner en contacto permanente a los centros educativos con los padres, los alumnos y los profesores; sistemas que alertan a los adultos de situaciones indeseables (seguimiento de contactos sospechosos, avisos sobre contenidos inapropiados…); configuraciones para eliminar los comentarios ofensivos en las aplicaciones más conocidas, etc.
X – Y en caso de duda… debe recurrir a los padres o tutores
En las redes sociales, como en la vida, la experiencia es un grado. Y un menor debe tener siempre a un adulto como referencia en caso de duda sobre algún aspecto de su actividad en Internet. Por eso conviene recomendarles que, si se produce un conflicto, acudan a un adulto para resolverlo.
Esa transparencia, y el saber que tienen a sus padres y/o profesores a su disposición, redundará en que actúen con una mayor conciencia y libertad, y les evitará agobios innecesarios en caso de problemas con otros usuarios.