La adquisición de Activision por parte de Microsoft sigue siendo un tema candente desde hace ya un año, pero los obstáculos legislativos siguen siendo un impedimento a la hora de cerrar el acuerdo por un valor de 68.700 millones de dólares, lo que supone la mayor adquisición de la historia en el sector tecnológico.
El último organismo regulador en expresar su preocupación ha sido la Autoridad Británica de Competencia y de Mercados.
Diversos analistas creen que dicha adquisición perjudicará a los jugadores a largo plazo, ya que títulos como Call of Duty podrían pasar a ser exclusivos de las consolas Xbox de Microsoft. Esto provocaría un incremento de los precios, una menor oferta, un mayor dominio del mercado, una menor calidad y un deterioro del servicio en las consolas.
La comisión antimonopolio de la UE parece estar en la misma línea que la del Reino Unido y cree que deben aplicarse ciertas medidas paliativas antes de procederse con la operación.
La CMA británica sugiere desvincular la franquicia Call of Duty y permitir que sea una entidad independiente. Ahora bien, eso podría implicar una limitación de recursos y activos e incapacitar a la compañía.
Por su parte, Microsoft se compromete a que los títulos de Activision no sean exclusivos de sus consolas e incluso ha ofrecido a Sony una licencia de 10 años para que Call of Duty siga llegando a PlayStation en un futuro próximo.
Sin embargo, a la CMA no le convence en demasía dicha posibilidad, ya que Microsoft posee un historial de títulos exclusivos con Windows y Xbox, y sus antecedentes cuando adquirió el estudio ZeniMax en 2020 juegan también en su contra.
Incluso aunque Microsoft mantuviera Call of Duty en PlayStation, a la CMA le preocupa que fuera en condiciones significativamente desfavorables.
Vía: GSMArena