KAIST desarrolla electrolito líquido que evita dendritas en baterías de litio-metal

KAIST desarrolla electrolito líquido que evita dendritas en baterías de litio-metal

Las baterías de litio-metal se diferencian de las de ion-litio convencionales en que emplean litio puro en lugar de grafito en el ánodo. Esto les proporciona mayor densidad energética, lo que se traduce en una mayor autonomía con el mismo peso. Sin embargo, su adopción se había visto limitada por la formación de dendritas, estructuras cristalinas que pueden provocar cortocircuitos durante la carga.

Un nuevo electrolito contra las dendritas

El equipo del Korea Advanced Institute of Science & Technology (KAIST) ha diseñado un electrolito líquido capaz de promover la deposición uniforme de los iones de litio en la superficie del ánodo. Gracias a ello, se evitan los puntos débiles donde suelen originarse las dendritas. Este avance supone un cambio clave en la seguridad y viabilidad de esta tecnología.

Cargas ultrarrápidas y gran autonomía

En pruebas de laboratorio, las baterías experimentales lograron pasar del 5 al 70% en solo 12 minutos, ofreciendo una autonomía de aproximadamente 800 kilómetros con una sola carga. En versiones más potentes, se alcanzó un 80% de carga en 17 minutos, con estabilidad mantenida durante más de 350 ciclos de carga.

El profesor Hee Tak Kim, miembro del proyecto, destacó que este desarrollo «abre el camino hacia la adopción masiva de vehículos eléctricos».

Comparación con coches eléctricos actuales

Hoy en día, modelos como el Tesla Model 3 o el Hyundai Ioniq 6 permiten cargas rápidas de entre 200 y 250 kW en estaciones HPC modernas, alcanzando entre 20 y 30 minutos para pasar del 10 al 80% y autonomías de entre 400 y 600 kilómetros. Los valores logrados en laboratorio con baterías de litio-metal superan con creces estas cifras, acercando por primera vez la experiencia de carga eléctrica a los tiempos de repostaje de combustibles fósiles.

Ventajas y desafíos

La alta densidad energética de las baterías de litio-metal podría reducir el peso de los paquetes de baterías o aumentar considerablemente la autonomía con el mismo volumen. Para los usuarios finales, esto implica tiempos de carga mucho más cortos y rangos de uso comparables a los de vehículos de combustión.

No obstante, todavía quedan retos por resolver: garantizar la seguridad de los ánodos de litio-metal en condiciones reales, abaratar la producción de electrolitos especiales y evaluar su resistencia en pruebas de larga duración con miles de ciclos.

Un futuro prometedor

Los resultados, publicados en Nature Energy, suponen un paso fundamental hacia una nueva generación de coches eléctricos. Si la tecnología logra trasladarse a producción en serie de forma segura y rentable, podría transformar la movilidad eléctrica en los próximos años.

Vía: NotebookCheck

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