Análisis God of War Ragnarok | Una epopeya de proporciones legendarias

Análisis God of War Ragnarok | Una epopeya de proporciones legendarias

God of War (2018) fue una continuación de una de las sagas más legendarias de toda la historia. En esta ocasión ha llegado su secuela, God of War Ragnarok y en este análisis os vamos a contar todos los detalles acerca del título de Santa Monica Studio. Sin embargo, antes vamos a realizar una introducción para hacer honor a lo que ha conseguido el brillante estudio con la nueva línea que está siguiendo la franquicia. En PlayStation 4 llegó un nuevo título de la saga que nadie esperaba que fuera a ser tan excelente. Tanta fue su calidad, que consiguió alzarse con el premio GOTY habiendo contendientes tan duros como Red Dead Redemption II. ¿Merecido? Absolutamente. La nueva aventura de Kratos nos trajo una historia mucho más madura y un protagonista mejor escrito que lo visto en las anteriores entregas de PlayStation 2 y PlayStation 4.

Tras los sucesos acontecidos en God of War III (2009), no había ni un solo seguidor de la saga que esperara que su secuela, obviando a un notable God of War: Ascension, saliera hasta 9 años después. La espera fue larguísima y las expectaciones cada día crecía aún más. Los seguidores más acérrimos dudaban de lo nuevo de Santa Monica. Es cierto que los tráilers mostrando la ambientación nórdica atrajeron mucho entusiasmo. No obstante, el rediseño del combate provocó dudas entre los jugadores que ansiaban otro Hack and Slash como nos venía acostumbrando la compañía. Sin embargo, tras la salida del título, todas las dudas fueron silenciadas. ¿El motivo? Un sistema de combate con una gran cantidad de posibilidades, más comedido, sí, pero igualmente espectacular y mucho más desafiante.

La salida de God of War Ragnarok cuatro años después para la nueva generación viene envuelta por un hype enorme. Tengamos en cuenta que God of War (2018) está considerado uno de los mejores juegos de la historia. No es para menos, aparte de todas las mejoras narrativas y jugables, el apartado audiovisual es impresionante. Santa Monica Studio tiene mucho que cumplir con su secuela para no decepcionar a los fans. ¿Lo habrán conseguido? Esa respuesta la responderemos durante este análisis. No obstante, os podemos adelantar que las aventuras de Kratos y su hijo Atreus vuelven más salvajes, espectaculares y emocionantes que nunca. Sin más dilación, comenzamos.

Las cadenas del pasado siempre abrasan nuestra piel

God of War Ragnarok Análisis

Kratos y Atreus son un dúo para el recuerdo y nos dejarán con momentos inolvidables.

Si en 2018 Santa Monica Studios nos presentó un Kratos mucho más maduro y emocional que los videojuegos de PS2 y PS3, ahora nuestro espartano ha evolucionado aún más. La relación con Atreus ayudó enormemente al estudio para desarrollar a un protagonista al que le faltaba mucho trabajo. Es cierto que Kratos es un personaje icónico dentro de la industria del videojuego, pero más que por su personalidad, sino por los hechos que le rodean. Al fin y al cabo, pocas cosas más impresionantes puedes hacer que asesinar a todo un panteón de dioses por haberte traicionado. Su odisea contra los dioses olímpicos caló hondo entre todos los jugadores del mundo. La sed de sangre del espartano más poderoso de todos los tiempos, nos llenaba de alegría y euforía. Sin embargo, el personaje necesitaba evolucionar y vaya que si lo ha hecho.

God of War Ragnarok es un título que retrata a todos sus personajes de una forma muy dura. Estamos ante una historia de arrepentimiento, llena de rencor y en la que el amor de un padre lo mueve todo. Kratos y la relación con su hijo Atreus es uno de los elementos más significativos en esta entrega. En 2018 este vínculo ya se construyó con maestría, pero esta vez las cotas van mucho más allá. Atreus ya no es un niño, ha crecido y con ese crecimiento, también han aumentado sus habilidades y lamentablemente, su ego. No queremos decir con esto que el hijo de Kratos sea arrogante o descarado. Todo lo contrario. Es muy diferente a su padre y se ha vuelto una persona realmente admirable. Es bondadoso, tiene buen corazón, pero su ingenuidad lo llevan por caminos que resultan un peligro mortal.

Los tres primeros God of War, donde Kratos causó tanto dolor a tantas personas inocentes, son una pieza fundamental en God of War Ragnarok. Las referencias en el título de PlayStation 4 estaban ahí. Jamás nos olvidaremos de ese magnífico momento en el que Kratos, tras luchar contra su yo interior, decide volver a utilizar las Espadas del Caos. Las cadenas del pasado, una vez más, rodeaban su piel y allí, frente a él, la persona que lo manipuló durante todo su periplo: Atenea. No obstante, nuestro protagonista ya no es el mismo y nos dejó una frase para el recuerdo: «Es cierto, soy un monstruo, pero nunca más seré el tuyo». Esta sentencia es una muestra clara de intenciones en la que Kratos decide ser un padre por encima de cualquier vestigio del pasado que pudiera arraigar en él. Atenea, al fin, no tenía ningún poder.

Siempre habrá alguien que quiera ver el mundo arder

Thor es un rival absolutamente impresionante. Los enfrentamientos contra él quedan grabados a fuego en la retina.

Si en God of War (2018) nos enfrentamos a Trolls, Draugs, lobos, pesadillas sacadas del mismísimo infierno, etc, en Ragnarok aún tenemos una mayor variedad de enemigos. Kratos y Atreus habrán de enfrentarse a una cantidad de rivales inimaginable para poder superar su periplo. ¿Cuál es en esta ocasión el objetivo del antiguo Dios de la Guerra y su hijo? Tras los hechos acontecidos en el título de PS4, como era de esperar, Thor y Odín no están contentos con que un Dios extranjero haya matado hasta tres dioses nórdicos. No es que les importe mucho, no son el ejemplo de bondad y compasión, sin embargo, no les gusta sentirse amenazados. Por lo tanto, Kratos y Atreus deberán de enfrentarse, otra vez, a poderosos dioses nordicos que no les quieren dejar en paz. Si Baldur os pareció impresionante, Thor no os va a dejar decepcionados en absoluto.

La enemistad entre Thor y Kratos es la mejor rivalidad que he visto en la franquicia desde la lucha entre Kratos y Zeus. La relación entre el mayor dios olímpico y el general espartano iba mucho más allá que simplemente una rivalidad entre dos seres muy poderosos. Aquí, con la lucha contra el dios del trueno, se nos muestra a un Kratos temeroso. No tiene miedo de perder contra un hombre despiadado que no ama a nada ni a nadie. Teme que su hijo salga perjudicado de nuevo por una guerra sin sentido contra seres que no le incumben. Está harto de luchar, está agotado. Ya no tenemos delante a un guerrero, sino a un padre frustrado por no poder descansar en paz. Thor, al contrario, ha sido un padre deleznable, un ser ruin y asqueroso, que hace brillar las cualidades de Kratos.

Durante la aventura sentimos constantemente un aire de tristeza muy latente en la razón de ser de los protagonistas. Kratos sigue protegiendo la vida de Atreus, un hijo que al madurar se está alejando de él. Por el contrario, Kratos se está haciendo viejo, lo sabe y entiende que su final está cerca. Pronto llegará el momento en que llegue un enemigo demasiado fuerte y que su cuerpo no sea capaz de sobrellevarlo. El miedo a morir dejando solo al legado que tuvo con Faye, su difunta esposa, le atormenta. No obstante, aunque ese miedo afloren dentro de él, jamás volverá a dejar que se repita de nuevo lo que sucedió en el pasado. El Dios de la Guerra ha muerto… ¿O puede que aún le queden fuerzas para acabar con las amenazas que le rodean?

Antes de continuar con el siguiente apartado, no puedo olvidarme de Freya, uno de los personajes más trágicos de las últimas entregas de la serie. Si el personaje os resultó fascinante en el anterior título, aquí os resultará aún más impactante. Es posiblemente la dicotomía moral más grande para Atreus y Kratos. Antaño fue una amiga, ahora, una rival, pero lo que siempre fue y será, es una madre arrepentida por los errores de su pasado. Kratos ve en ella un fiel reflejo del dolor que siente hacia sí mismo y, Atreus, su hijo, es el puente conector entre los dos personajes enfrentados en esta secuela.

Análisis God of War Ragnarok | Desata la furia espartana

El sistema de combate es espectacular y los enemigos no lo pondrán nada fácil.

El combate de God of War Ragnarok es una de sus piezas fundamentales. No obstante, aquí he encontrado una falta de nuevas ideas que se deja entrever durante todo el título. No os alarméis, pelear es una gozada y el ritmo es más frenético y directo que lo visto en la entrega de pasada generación. Además, también estamos ante una título mucho más violento. Eso sí, no esperéis que de repente Santa Monica Studio haya optado por regresar a las raíces gore de la franquicia. Simplemente han decidido escalar a un nuevo nivel la violencia, pero sin llegar a los extremos a los que solía llegar el Fantasma de Esparta.

Durante la aventura disfrutaremos de muchos enfrentamientos diversos y es que aquí hay mayor variedad. Constantemente veremos a nuevos rivales y por supuesto, otros ya conocidos. Esto dota al título de mucho más dinamismo y logra esquivar esa sensación de repetición que envolvía a su antecesor. Sin embargo, ¿a qué me refiero con que el combate padece de falta de ideas? Básicamente los enfrentamientos consisten en exactamente lo mismo que lo visto en 2018. Por eso quería primero comentar los aspectos positivos, porque son muchos,  pero la esencia es la misma. Hubiera estado bien que, por ejemplo, las Espadas del Caos o el Hacha Leviatán tuvieran un rediseño. Es cierto que ahora tenemos más habilidades y equipamiento. Podríamos decir que esta es una aventura mucho más RPG, pero aún así, hasta que llegamos realmente a tener varias opciones para luchar, pasarán más de diez horas.

Por otra parte, regresando a las Espadas del Caos, quienes seáis unos fans acérrimos como yo de las armas por excelencia de nuestro querido Kratos estáis de enhorabuena. La primera odísea de Kratos por tierras nórdicas nos presentó el hacha Leviatán y es un arma realmente fascinante. No obstante, las icónicas cadenas que nos hicieron pasar tantos buenos momentos se echaban en falta. Tras muchas horas, por fin, Cory Balrog y su equipo nos dieron el placer de volver a utilizarlas. Ahora, en God of War Ragnarok, disponemos de ellas desde el principio de la aventura. Otro factor que sin duda hace que el combate sea mucho más atractivo que lo visto anteriormente.

Ahora bien, si en algo ha progresado la entrega es con Atreus. Esta vez ya no solo será nuestro apoyo durante los combates, sino que además habrá secciones del título en el que juguemos con él. Esto provoca que la jugabilidad esté absolutamente ligada con la narrativa. Tenemos un Atreus mucho más maduro, fuerte y decidido. Un hijo que cada vez se está alejando más de los propósitos de su padre. Gracias a esas nuevas cualidades, el equipo de desarrollo ha labrado un combate en el que se siente que realmente hay dos personas que se quieren luchando para protegerse. De hecho, Atreus es muy inteligente. Aunque nosotros decidamos cuándo va a disparar, su forma de luchar hace que los enemigos queden aturdidos, distraídos o directamente él acabará con ellos. Su utilidad es enorme y no te sientes frustrado por su presencia, al contrario.

Una aventura mucho más RPG

La nueva aventura de Santa Monica Studio nos ofrece un sistema de progreso más complejo y profundo

God of War Ragnarok, como he comentado en el apartado anterior, es una entrega mucho más RPG que su antecesora. Tendremos una cantidad de mejoras para nuestras armas y una cantidad de piezas de armadura diferentes muy notable. Con frecuencia nos encontraremos con materiales y dinero para poder mejorar nuestro equipamiento. Como era de esperar, Sindri y Brok serán de nuevo los encargados de hacerlo. Esto provoca que la exploración sea fascinante. No solo el combate destaca por su espectacularidad, sino que muchas veces lucharemos con el único objetivo de obtener experiencia, dinero y materiales. Es cierto que en la pasada entrega también estaban estos elementos RPG. Sin embargo, ahora son más numerosos y complejos.

La nueva aventura de Kratos y Atreus nos invita a explorar todo. Es más, si no lo hacemos nos perderemos muchas misiones secundarias cuyo argumento sirve para profundizar en los personajes. No hay ni un solo momento en el que se nos hará tedioso ir de aquí a allá para comprobar si nos hemos dejado un cofre o algún coleccionable por descubrir. Gracias a que todo está tan bien planteado y que los beneficios se notan enormemente en la narrativa y el combate, explorar te hace sentir que empleas tu tiempo en algo útil. Hoy en día los videojuegos son cada vez más largos, pero muchos de ellos lo son artificialmente. El típico «grindeo» forzado es una técnica soporífera y por suerte, Santa Monica Studios no ha caído en ella incluso en las dificultades más altas.

Sin embargo, hay un elemento de la exploración que no me ha convencido y es que, Atreus y Mimir nos irán dando pistas constantemente sobre lo que hay qué hacer. Es una lastima, no se da espacio al jugador para comprender el acertijo que tiene delante. ¿Cómo puedo llegar hasta ese saliente? ¿Ese cofre de allí, seré capaz de abrirlo de alguna forma? Esas preguntas aquí carecen de utilidad alguna, simplemente con esperar un poco nuestros fieles acompañantes nos dirán qué tenemos que hacer. Sé que suena desalentador, God of War Ragnarok sigue siendo un videojuego difícil. No obstante, aún con todas las virtudes que posee la exploración, podría haberse tratado de forma más inteligente al jugador.

Hablando ahora de los puzles, tendremos pocos y no serán muy variados, pero los que hay son bastante interesantes. Siguen siendo simplemente una excusa para avanzar por el escenario, pero es un método que funciona y realmente hay momentos llenos de inspiración. No esperéis encontraros con los acertijos de los God of War de PlayStation 2, aquellos que realmente os invitaban a pensar. Es cierto que aquí tenemos alguno que otro, se agradecen y se disfrutan, pero ojalá hubieran tenido una importancia mayor en el compendió global de la obra.

Las tierras nórdicas en todo su esplendor

God of War Ragnarok Análisis

God of War Ragnarok ha ganado en escala y espectacularidad.

Santa Monica Studio vuelve a ofrecer un videojuego que a nivel audiovisual es una absoluta obra maestra. Muchos jugadores y jugadoras que vieron los vídeos promocionales de esta secuela dudaban de la calidad gráfica del título. Nadie decía que fuera algo peor que lo visto en PlayStation 4, simplemente no veían mejoras que justificaran el salto a la nueva generación. En mi opinión, habiendo jugado en PS5, la mejoría gráfica es evidente. Por ejemplo, los escenarios cuentan con mucho más detalle, la distancia de dibujado es mucho mayor y los enemigos y objetos se ven a mucha más distancia. Gracias a esto, las localizaciones se sienten más vivas y llenas de elementos que, de nuevo, realzan el combate y la exploración.

Otro elemento que denota el avance técnico de la entrega son las ubicaciones de mayor tamaño y envergadura. No estamos ante un mundo abierto ni mucho menos, pero los lugares que visitaremos gozan de una espectacularidad artística mayúscula. Además, por primera vez desde la etapa de la PlayStation 2 y PlayStation 3, tendremos ciudades que visitar con NPCs deambulando por el entorno. Sin embargo, estas situaciones son escasas ya que, de lo contrario, se reduciría ese ambiente desolador que provoca el crudo invierno asociado al Ragnarok. Ahora bien, es un detalle que existan esos momentos y te hacen ver que, aún en esas tierras asoladas por Odín, hay ciudadanos vivos entre tanta pesadilla.

God of War Ragnarok Análisis

Más allá del apartado visual y artístico, lo que me sorprende es el rendimiento. Tenemos en PlayStation 5 los dos modos gráficos a los que ya nos ha acostumbrado PlayStation. Por un lado está el modo Rendimiento y por el otro, el modo Calidad. El primero funciona a 60 imágenes por segundo y 1440p de resolución. Por otro lado, el segundo modo funciona a 30 imágenes por segundo a 4K de resolución. Es posible que tiente elegir el modo con mejores gráficos, pero el modo que nos ofrece el mayor rendimiento es sin duda la opción válida. Aquí no encontraremos bordes borrosos, partículas pixeladas o imágenes faltas de resolución en la lejanía como sucedía con Horizon Forbidden West. Lo último de Guerrilla es abrumador gráficamente, pero también tramposo en algunas situaciones. Santa Monica Studios ha realizado un trabajo aún mejor en ese aspecto.

En relación al apartado sonoro, este también es absolutamente impresionante. Las melodías protagonizadas por voces masculinas llenas de poderío, al son de los tambores y los instrumentos de orquesta, dotan a la experiencia de situaciones impagables. Santa Monica Studios siempre nos ha ofrecido bandas sonoras para el recuerdo y God of War Ragnarok no iba a ser menos. El nuevo periplo del espartano nos emocionará gracias a su enorme espectacularidad audiovisual. Además, no nos podemos olvidar del excelente doblaje al castellano y al inglés. Ambas versiones capturan con fervor las emociones de sus protagonistas y cualquiera de ellas resulta recomendable.

Análisis God of War Ragnarok | Conclusiones

God of War Ragnarok es una entrega maravillosa a todos los niveles. Nos muestra a un Kratos mucho más maduro, decaído y resulta fascinante como se logra empatizar con él. Estamos hablando del que fue antaño un monstruo, el mata dioses olímpico que por poco destruye toda Grecia. En God of War (2018) ya vimos su enorme cambio convirtiéndose en un personaje tridimensional, pero aquí, aquí tenemos al que es uno de los mejores personajes de la historia de la industria. La relación paternofilial entre Kratos y Atreus es sumamente emocionante y en más de una ocasión os sacará una lágrima.

Los personajes secundarios también han sido cuidados con un mimo absoluto. Freya, Thor, Mimir, Odín, Tyr… Todos ellos son personas con una gran cantidad de matices. Jamás una entrega de la saga, con permiso de God of War (2018), había tenido tanta riqueza en sus personajes secundarios. Es increíble lo bien diseñados que están y como su papel en la trama va ganando fuerza conforme vas avanzando en la aventura.

Por si lo comentado anteriormente os sabe a poco, el apartado audiovisual alcanza la maestría, con unos escenarios impresionantes a nivel de escala y que cuentan con detalles soberbios. Por otro lado, los personajes tienen unos modelados excelentes y unas animaciones faciales soberbias. El más destacable entre todos ellos, como no podía ser de otra manera, es Kratos. Sus expresiones durante los combates o los momentos más emotivos argumentalmente te llegan al corazón. Sin duda alguna estamos ante un videojuego preciosista a nivel gráfico, artístico y sonoro.

Si dudabais de Santa Monica Studio, estabais absolutamente equivocados. God of War Ragnarok nos ofrece la mejora aventura de la saga. Es un candidato al GOTY en toda regla y el periplo de Kratos y Atreus es una experiencia que hay que vivir. ¿Ser un padre o un guerrero? La filosofía del juego es profunda y ahonda en los miedos a la pérdida que todos queremos ignorar. Da miedo dejar ir a las personas que queremos y mucho más perderlas para siempre. Sin embargo, si tratamos de subyugarlas a nuestros deseos solo para mantenerlas en nuestro camino, ¿no seríamos nosotros los que se han perdido? Vivid la aventura de Kratos, experimentad su relación con Atreus y vivid la furia de unos dioses nórdicos que saben que se acerca el fin.

Agradecemos a Sony la confianza depositada en nosotros al cedernos God of War Ragnarok para su análisis.

Fanáticos del Hardware otorga la medalla de ORO a God of War Ragnarok

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