«Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija» o «menos es más», son refranes que hemos visto trabajar por separado en la vida en infinidad de veces. Más complicado es verlos funcionar en el mundo de los videojuegos, pero ver como estos dos refranes se juntan y trabajan en perfecta armonía es cosa de unos pocos privilegiados.
ISOMETRICORP Games, ha conseguido que uno de esos momentos llegue a nuestras manos en forma de uno de los juegos más bonitos que he visto en este 2022, Tunic. Y hablo de uno de los más bonitos de este 2022 por lo que he comenzado diciendo… ”menos es más”. Y es que todo lo que vemos en Tunic desde su inicio se presenta épico, con un personaje que no precisa de grandes detalles en su apariencia para que queramos pasar con él una tarde entretenida.
Lo primero que debemos destacar es de dónde saca la esencia este título, y es más que obvio que Tunic es un homenaje brutal al mundo de The legend of Zelda, desde su personaje hasta los propios menús, sin olvidar el manual de instrucciones que es, para mí, el easter egg más entrañable de todo el juego. Pero entremos en Tunic un poco más en profundidad. La historia nos pone en la piel de un pequeño zorro que llega a las playas de un mundo totalmente desconocido y del que no sabemos nada. Por no saber no sabemos ni que idioma es el que vemos escrito en las estatuas y ruinas que vemos desperdigadas, pero todo está narrado de tal forma que aun sin saber exactamente que estamos viendo, se deja entrever lo que necesitamos hacer.
Nuestro peludo compañero se ve envuelto en una aventura que le llevará a explorar un mundo abierto donde deberemos encontrar las joyas que nos permitan abrir la puerta al santuario que se encuentra en el centro del mapa, pero por qué, para qué y cómo es algo que deberemos ir descubriendo a lo largo de la aventura. Equipados con un escudo y una espada (que deberemos encontrar antes), un puñado de habilidades mágicas y mucho, mucho valor nos moveremos por este mundo con una vista isométrica que le sienta como anillo al dedo.
Mazmorras, enemigos de todas las clases, zonas ocultas, secretos escondidos e incluso ítems secundarios que nos facilitarán la aventura son algunas de las cosas que podremos encontrarnos tan solo con dar un par de vueltas. Algunas están a simple vista y otros están ahí, escondidos tras una esquina en la que no has pensado que hubiera nada. El funcionamiento de las mazmorras recuerda y mucho a cómo funcionaban algunas mazmorras en la saga de Zelda, teniendo que eliminar a todos los enemigos para poder avanzar a la siguiente sala o debiendo buscar un interruptor o palanca para abrir esa puerta que nos tiene el paso bloqueado.
Como ya he dicho antes, dispondremos de habilidades especiales dadas por los objetos que tengamos equipados, tales como una pequeña bola de fuego con el cetro, una explosión de hielo con la daga mágica o un látigo mágico que nos lanzará hacia enemigos y zonas de enganche o atraerá a los enemigos hacia nosotros dependiendo del tipo de enemigo. Y no creáis que no haremos uso de ellas, muchos enemigos se hacen bastante complicados solo a base de espadazos, por lo que deberemos buscar sus debilidades haciendo parry (si, aquí también tendremos parry) para bloquear al enemigo y atacar a placer a la vez que les dañamos más aún, o congelándolos y buscando su espalda y evitar el escudo que bloquea nuestros ataques.
Los controles son muy precisos y no te vuelven loco haciendo cosas que no querías hacer o frustrando con esquives que te dejan al descubierto por gusto del juego, si te cae un golpe, algo has hecho mal. Otra de las ventajas es la de poder colocar los objetos a placer en los botones, pudiendo elegir si ponemos la espada en X, Y o B, dejándonos una configuración de controles muy personal y adaptada a nuestro modo de juego. A la hora de esquivar ataques siempre usaremos el botón A, rodando al más puro estilo Dark Souls esquivando a cualquier enemigo que se nos ponga por delante.
Pero mucho ojo, no vayas con la idea de pasaros la historia de Tunic a base de golpear sin más, los bosses finales de cada zona poco tienen que envidiar a algún boss del tan nombrado Elden Ring, donde deberemos aprender sus patrones y buscar ese momento de atacar con todo. Y siguiendo la estela de los Dark Souls en Tunic encontramos también las barras de salud, resistencia y poder mágico que deberemos ir controlando en todo momento para evitar asi que nuestro pequeño zorro sea eliminado. Pero tranquilos, si esto ocurre, se nos devolverá a la última estatua que hayamos visitado, eso sí, sin perder ningún ítem ni nada por el estilo, aunque si volvemos a por nuestro espíritu recibiremos una pequeña bonificación monetaria.
Todo esto es muy interesante, pero, ¿Cómo nos lo presenta ISOMETRICORP Games? El apartado gráfico es una delicia. Desde los colores tan vivos de las zonas verdes a los más apagados en las zonas más sombrías, el título consigue que te creas el mundo aun no teniendo unos gráficos realistas, el “menos es más” que comentábamos es aquí donde más se realza y donde mejor funciona, dejando gráficos minimalistas, pero justos para lo que necesita el juego, cuando llevas varias horas ya no puedes imaginarlo con otra estética y eso dice mucho de lo conseguido que está todo.
El mundo no es muy grande, pero se agranda según vamos avanzando y descubriendo zonas que a priori no habíamos visto siquiera. Tenemos una cierta libertad para explorarlo, aunque habrá zonas a las que no podremos acceder desde el inicio necesitando algún ítem o habilidad en concreto, por lo que recorreremos el mundo más de una vez buscando todo lo que no hemos visto.
Solo nos quedaría el apartado sonoro que, siguiendo la línea del resto, es simplemente brutal, con sus momentos épicos de batalla en los que la música te deja claro que estás en un momento importante de la historia, con unos efectos a la hora de realizar magias o golpear enemigos que deja buena sensación. Ningún elemento en el sonido o la música destaca, pero porque todo está a un nivel realmente bueno.
En resumen, Tunic es una joya, de esos juegos que debes jugar si eres fan de los juegos de fantasía, incluso más allá de si eres un fan o no del tipo de cámara. Un homenaje con mayúsculas a la saga Zelda en todos sus aspectos y cogiendo prestados algunos elementos de sagas un poco más complicadas que ha conseguido una mezcla que, en mi opinión, me gustaría seguir viendo en el futuro, dejando de lado el realismo tan bruto que se busca en la actualidad y devolviendo parte de aquella magia que tenían los juegos más clásicos, dando alas a la imaginación del jugador y dejándonos, sin nada que nos distraiga, disfrutar de lo que de verdad importa en este tipo de juegos, un personaje al que cogerle cariño, una historia que de verdad nos importe completar y perdernos en un mundo de los que ya no quedan.
Fanáticos del Hardware otorga la medalla de ORO a Tunic
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