Hola a todos y bienvenidos de nuevo Fanátic@s. La semana pasada Meta, nos abrió sus puertas en Madrid para ofrecernos la charla Rumbo compartido basada en dos mesas redondas donde se debatió el uso de las tecnologías y cómo nos hemos adaptado en el ámbito educativo, desde los adultos hasta los niños, y cuales han sido sus efectos en la sociedad.
En una jornada marcada por un ambiente reflexivo y bajo el paraguas de la iniciativa «Rumbo Compartido», las oficinas de Meta abrieron sus puertas para abordar uno de los desafíos más complejos de la sociedad contemporánea: la intersección entre tecnología, adolescencia y responsabilidad familiar. Lejos de ser una presentación de producto convencional, el evento se configuró como un foro multidisciplinar donde convergieron la psicología, la educación, la experiencia parental y la ingeniería de software.
La premisa del encuentro, «ayudar también se aprende», sirvió de hilo conductor para desgranar una realidad ineludible: la brecha digital ya no se mide por el acceso a los dispositivos, sino por la comprensión de las dinámicas que ocurren dentro de ellos. En un contexto donde la tecnología ha dejado de ser una herramienta externa para convertirse en el ecosistema donde socializan las nuevas generaciones, la industria tecnológica, representada en este caso por Meta, busca redefinir su papel pasando de ser un mero proveedor de servicios a un actor activo en la protección del menor.
Protagonistas del debate: Voces expertas para un problema multifacético
Para abordar una temática de tantas aristas, el evento se estructuró en torno a la intervención de figuras clave que aportaron visiones complementarias, desde la estrategia corporativa hasta la psicología clínica y la vivencia diaria de las familias.
La jornada comenzó con la intervención de Hélène Verbrugghe, Responsable de Asuntos Públicos de Meta. Su papel fue crucial para establecer el marco técnico y corporativo, desgranando las medidas concretas que la compañía está implementando tras más de una década de desarrollo de herramientas de seguridad. Verbrugghe enfatizó que el objetivo de la tecnología actual debe ser «acompañar, no invadir», presentando las novedades en automatización y privacidad por defecto que marcan el nuevo estándar de la plataforma.
Como contrapunto a la visión corporativa, el evento contó con Inma Sáenz, creadora de contenido y madre de tres hijos, quien ejerció como maestra de ceremonias. Su aportación fue fundamental para aterrizar los conceptos técnicos a la realidad de los hogares, verbalizando el miedo común de muchos padres al entregar el primer teléfono móvil, comparándolo con la sensación de «dejar la puerta de casa abierta».
El grueso del análisis educativo y psicológico recayó en un panel de expertas que participaron en las mesas redondas, destacando figuras como:
- Laura Cuesta: Experta en educación digital para familias y profesora universitaria. Su enfoque se centró en la alfabetización mediática y la necesidad de entender la tecnología como un ecosistema y no solo como una herramienta. Cuesta aportó una visión pragmática sobre el uso de dispositivos, alejándose de la prohibición sistemática para abogar por una educación progresiva.
- Diana Al Azem: Educadora y fundadora de Adolescencia Positiva. Su intervención fue clave para entender la psicología evolutiva del adolescente. Diana desmitificó la idea de que los jóvenes de hoy son biológicamente distintos, explicando que sus necesidades de pertenencia y experimentación son las mismas de siempre, pero ejecutadas en un entorno digital amplificado.
- Isabel Cuesta (Una madre molona): Fundadora de Educar Positivo. Su perfil aportó la visión de la crianza diaria y la conexión emocional, argumentando que la base de la seguridad digital reside en la gestión de la frustración y la confianza offline.
- María Zavala: Periodista y experta en educación digital, quien ofreció una perspectiva crítica sobre la desinformación y la falta de políticas públicas que incluyan realmente a las familias, criticando la «desconexión moral» que a menudo separa la vida real de la digital.

Mesa 1: Desmontando al «Nativo Digital» y la psicología adolescente
Uno de los puntos más relevantes debatidos en las mesas fue la deconstrucción del término «nativo digital». Durante años, la sociedad ha operado bajo la asunción de que los niños y adolescentes, por haber nacido rodeados de pantallas, poseen una competencia innata para gestionarlas. Diana Al Azem fue categórica al desmentir este mito: la competencia técnica (saber editar un vídeo en TikTok o pasar niveles en un videojuego) no equivale a la competencia vital o emocional (saber gestionar la privacidad, el ciberacoso o la huella digital).
El adolescente inmutable en un contexto cambiante
El debate profundizó en la psicología evolutiva para explicar que el cerebro adolescente no ha mutado. Las necesidades fundamentales (innovación, rebeldía, curiosidad y, sobre todo, pertenencia al grupo) permanecen inalterables. Lo que ha cambiado drásticamente es el escenario.
Diana ilustró este cambio con la gestión de la comparación social. Mientras que en décadas pasadas la comparación se limitaba a entornos físicos cercanos o referentes televisivos lejanos, hoy el adolescente se enfrenta a un scroll infinito de vidas editadas y filtradas. Esto amplifica la presión estética y la necesidad de validación externa, pero el impulso subyacente sigue siendo la búsqueda de identidad. Por tanto, el reto no es «arreglar» al adolescente, sino entender que sus impulsos naturales ahora se juegan en un tablero global sin límites físicos claros.
La brecha lingüística y cultural
Se abordó también la barrera del lenguaje como síntoma de una desconexión más profunda. Términos como NPC, bugueado, shippeo o expresiones numéricas como «3 pa» (tres para tres) generan confusión y alarma innecesaria en los padres. Se citó el ejemplo de una madre que interpretó «3 pa» como una propuesta sexual, cuando en la jerga adolescente se refería simplemente a un grupo de amigos quedando. Esta anécdota subrayó que el problema a menudo no es la tecnología per se, sino la falta de comprensión de los códigos sociales que habitan en ella. No se puede acompañar en un territorio cuyo idioma se desconoce.

Mesa 2: Educación Digital en el hogar y las aulas
La segunda gran temática del evento giró en torno a la responsabilidad educativa, desplazando el foco del control policial al acompañamiento empático. Las ponentes coincidieron en que la estrategia del «muro y foso» (prohibición total y vigilancia estricta) suele ser contraproducente, generando un efecto rebote que empuja a los menores a la clandestinidad digital.
Del control al acompañamiento
Isabel Cuesta y María Zavala defendieron la necesidad de un cambio de paradigma: los padres no deben ser policías ni investigadores privados (CSI), sino guías o copilotos. La preparación para la vida digital no comienza con la entrega del primer smartphone a los 12 o 13 años, sino mucho antes, con la gestión de la frustración y los límites en el mundo físico.
Se criticó el uso de las pantallas como «chupetes digitales» para calmar rabietas infantiles, ya que esto entrena al cerebro para buscar evasión digital ante el malestar emocional. La educación digital efectiva requiere:
- Presencia y ejemplo: Los adultos deben ser referentes de uso saludable. No se puede exigir desconexión si los padres viven pegados a las notificaciones.
- Gradualidad: El acceso a la tecnología debe ser progresivo, filtrando contenidos y tiempos según la madurez del menor, similar a como se enseña seguridad vial antes de permitir que un niño cruce la calle solo.
- Curiosidad sin juicio: Acercarse a los intereses digitales de los hijos con preguntas abiertas («¿qué te gusta de este youtuber?», «¿cómo funciona este juego?») en lugar de con críticas, fomenta un clima de confianza donde el menor se sentirá seguro para reportar problemas.
La falsa dicotomía Real vs. Digital
María Zavala fue contundente al pedir la eliminación del apellido «digital» para diferenciar comportamientos. La distinción entre «vida real» y «vida virtual» favorece la desconexión moral, llevando a los jóvenes (y adultos) a creer que sus acciones en redes tienen menos peso o consecuencias. La educación debe centrarse en la ciudadanía integral: los valores de respeto, empatía y honestidad son transversales a cualquier canal de comunicación.

El rol de la industria: Meta y las «Cuentas de Adolescentes»
Más allá de la teoría educativa, el evento sirvió como plataforma para presentar la respuesta técnica de la industria ante estos desafíos. Hélène Verbrugghe expuso la evolución de las herramientas de seguridad de Meta, culminando en la implementación de las Cuentas de Adolescentes. Este lanzamiento representa un cambio estructural en la arquitectura de Instagram, basado en el principio de Safety by Design (Seguridad por Diseño).
La premisa fundamental es reconocer que un menor no tiene la capacidad ni la responsabilidad de configurar su propia seguridad de manera óptima. Por ello, Meta ha automatizado la protección mediante las siguientes características clave:
1. Privacidad y Protección por Defecto
La gran novedad reside en la automatización. Los usuarios menores de edad son integrados automáticamente en una experiencia de «cuenta privada». Esto implica que nadie que no esté en su lista de contactos puede interactuar con ellos. Se elimina la posibilidad de que desconocidos (especialmente adultos sin conexión previa) envíen mensajes directos o encuentren sus perfiles, actuando como un escudo de invisibilidad ante posibles riesgos.
2. Filtrado de Contenido y Estándar PG-13
Meta ha adoptado estándares internacionales de clasificación de contenido. El algoritmo de las Cuentas de Adolescentes está diseñado para filtrar proactivamente material sensible o adulto. Incluso si un menor sigue a una cuenta que publica contenido inapropiado, la plataforma ocultará esas publicaciones específicas en su feed. Además, se han reforzado las capas contra el ciberacoso, bloqueando insultos y comentarios ofensivos antes de que lleguen a la pantalla del usuario.
3. Gestión del Tiempo y Salud Digital
Para combatir la economía de la atención y el scroll infinito, se han introducido fricciones positivas en la experiencia de usuario:
- Notificaciones de límite: Tras 60 minutos de uso diario, la aplicación interrumpe la navegación para sugerir un descanso, fomentando la autogestión.
- Modo Sueño: Entre las 22:00 y las 07:00, la aplicación entra en un estado de letargo, silenciando notificaciones para asegurar que el descanso nocturno no se vea interrumpido por vibraciones o alertas luminosas.
4. Supervisión Parental: Transparencia sin Invasión
La herramienta de supervisión ha sido redefinida para respetar la intimidad del adolescente como sujeto de derechos, equilibrándola con el deber de protección de los padres.
- Metadatos, no contenido: Los padres pueden ver con quién chatean sus hijos (para detectar interacciones sospechosas) pero jamás pueden leer el contenido de los mensajes.
- Intereses, no Feed: Pueden observar los temas que exploran, pero no la réplica exacta de su pantalla.
- Reportes bidireccionales: Si el adolescente reporta a un usuario por acoso o mal comportamiento, los padres reciben una notificación, lo que abre una puerta inmediata para el diálogo y el apoyo emocional.

Un última nota: Hacia un Humanismo Digital
El evento «Rumbo Compartido» deja patente que la seguridad digital no es un producto que se instala, sino un proceso cultural y educativo que se construye día a día. La intervención de la industria tecnológica, ejemplificada en las nuevas funcionalidades de Meta, es un paso necesario e indispensable: las plataformas deben asumir su responsabilidad creando entornos que protejan por defecto a los usuarios más vulnerables.
Sin embargo, la tecnología por sí sola es insuficiente. Las herramientas como las Cuentas de Adolescentes funcionan como un andamiaje de seguridad, pero el núcleo de la protección sigue siendo humano. Como señalaron reiteradamente las expertas, el mejor «filtro parental» es la confianza y la comunicación fluida.
El desafío actual no es librar una guerra contra las pantallas, sino integrar la tecnología en la crianza con coherencia y serenidad. Esto implica:
- Alfabetización adulta: Los padres deben perder el miedo a la tecnología, informarse y utilizar las herramientas de configuración disponibles, superando la «ignorancia bien intencionada».
- Educación emocional: Fortalecer la autoestima y el sentido de comunidad de los jóvenes para que sean menos vulnerables a la presión de los likes y la comparación social.
- Responsabilidad compartida: Entender que la seguridad en la red es un esfuerzo colectivo que involucra a empresas, educadores, legisladores y familias.
Agradecemos a Meta la confianza depositada en Fanáticos del Hardware al invitarnos a este evento de presentación.
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