Home office, trabajo móvil o teletrabajo. No importa cómo lo llames, pero trabajar fuera de la oficina, y más concretamente desde casa, se ha vuelto muy habitual durante el último año. El problema es que tuvimos que ajustarnos a esta situación de manera tan repentina que muchos hogares no han podido adaptarse adecuadamente. Ahora es el momento perfecto para que aquellas medidas temporales se conviertan en una solución más a largo plazo, gracias a nuestros consejos para desplegar el equipo adecuado para trabajar en casa.
¿Ordenador portátil o de sobremesa?
Por lo general, esta es una de las decisiones más importantes a las que se enfrenta el departamento informático. ¿Se les proporcionará a los empleados un portátil o un ordenador de sobremesa completo? En muchos casos, los empleados pueden participar en esta decisión, así como optar por utilizar su propio equipo. Ante esta situación, lo más importante es tener presente qué tipo de uso se va a dar al dispositivo.
En cuanto al rendimiento, y si tenemos en cuenta la mayoría de situaciones, los portátiles de última generación no tienen dificultad en mantenerse al nivel de los ordenadores de sobremesa, por lo que se están convirtiendo en una verdadera alternativa cuando se utilizan junto con un monitor completo. Por supuesto, también tienen la ventaja de la portabilidad, que marca la diferencia especialmente en los puestos que requieren desplazamientos habituales entre la oficina doméstica y la oficina corporativa. Los ordenadores portátiles tienen la ventaja de trasladar consigo fácilmente el entorno de trabajo. No obstante, hay que tener presente que, si se van a utilizar aplicaciones muy exigentes, los ordenadores de sobremesa siguen teniendo ventaja, y pueden ser la mejor opción si se tiene previsto trabajar en casa a largo plazo.
Procesador, tarjeta gráfica, memoria
No existen diferencias significativas en los aspectos fundamentales que deben tenerse en cuenta para el funcionamiento interno técnico de un ordenador de escritorio y el de un portátil. Sin embargo, dependen en gran medida del contexto específico en que se utilicen. Lógicamente, el uso de programas más exigentes hace que sea más importante contar con un procesador potente y una tarjeta gráfica de alto rendimiento. Los siguientes datos básicos pueden servir de guía:
- Un procesador AMD Ryzen 3 o Intel Core i3 o superior.
- Memoria de acceso aleatorio (RAM) de al menos 6 GB; preferiblemente 8 GB.
- Un disco duro SSD con un espacio de almacenamiento de al menos 64 GB; mejor aún, 128 GB.
En el caso de los ordenadores portátiles, también es aconsejable comprar un modelo con pantalla antideslumbrante para facilitar su uso en los desplazamientos. Además, tener cámara web y micrófono integrados hace que el portátil esté inmediatamente preparado para participar en videoconferencias.
Un monitor apropiado te ayuda a ver todo con claridad
Tener un monitor adecuado es una de los cuestiones más importantes para asegurar la eficiencia y la ergonomía en la home office. Hay muchos motivos por los que tener el monitor equivocado puede provocar efectos negativos sobre nosotros: que la resolución sea demasiado baja, la pantalla parpadee, la temperatura del color no sea idónea para la vista o la posición sea poco apropiada son algunos de ellas. En el peor de los casos, padeceremos tensión ocular, dolor de espalda y fatiga general, patologías que en un primer momento no asociarías para nada con un monitor.
Por lo tanto, a la hora de elegir un buen monitor resulta fundamental que tenga un panel de última generación capaz de reproducir el color de la manera más uniforme posible, y que cuente con opciones para ajustar la posición de forma adecuada. Un buen monitor debe permitirte ajustar su altura, inclinación y rotación. Los paneles de última generación con tecnología IPS son respetuosos con la vista y permiten ajustar ciertos tiempos de funcionamiento para que, por ejemplo, la luz azul se reduzca a medida que avanza el día.
La elección del tamaño y la resolución de la pantalla, a su vez, varía en gran medida dependiendo del tipo de uso que se le vaya a dar. Para las personas que tienen que trabajar habitualmente con varios programas abiertos al mismo tiempo, lo más adecuado es disponer de un monitor más grande con formato de pantalla ancha. En cualquier caso, los requisitos mínimos que recomendamos en términos generales para un monitor de trabajo son los siguientes: que la pantalla tenga una extensión de 23 pulgadas (58 cm) y que cuente con resolución Full HD (1920 x 1080 píxeles).
El escritorio correcto
Si las dimensiones del hogar lo permiten, lo ideal es que el empleado habilite una habitación que pueda usar exclusivamente como oficina, al menos durante el horario laboral. Por un lado, esta disposición ayuda a crear una separación espacial del resto de la casa, lo cual ayuda a desconectar del trabajo una vez finalice la jornada. Por otro lado, facilita la concentración en el trabajo. En este punto, el mobiliario cobra importancia, pues es importante contar con un escritorio lo suficientemente amplio para colocar el equipo técnico y los documentos de trabajo necesarios, así como con una silla ergonómica que permita al empleado sentarse cómodamente.
Hoy en día es posible encontrar sillas y escritorios a precios económicos que permiten una comodidad significativamente mayor que si usásemos por ejemplo la mesa de la cocina, a la cual muchos de nosotros sin duda hemos recurrido durante los últimos meses.
Accesorios técnicos
Obviamente, el teclado y el ratón son indispensables al utilizar un ordenador de sobremesa, pero también se los debería tener en cuenta a la hora de usar un portátil. En este caso, el concepto clave también es «ergonomía». El panel táctil y el teclado integrado de un portátil, aunque sean de última generación, están principalmente diseñados para uso móvil, y no para trabajar durante largos períodos de tiempo en un escritorio fijo. Por ello, tu experiencia será mucho más cómoda si utilizas teclado y ratón externos, que además pueden encontrarse a precios muy bajos.
Si decides invertir un poco más, también puedes hacerte con unos casos apropiados. Estos dispositivos, al igual que una cámara web HD, forman parte del equipo básico de una home office, y además cumplen dos funciones. En primer lugar, te permiten comunicarte con tus compañeros de trabajo durante una videollamada, para lo cual deberían incluir su correspondiente micrófono que de alta calidad. Y en segundo lugar, proporcionan un blindaje acústico que favorece la concentración, por ejemplo por la tarde, cuando los niños ya están en casa jugando. Por esta razón, recomendamos los modelos que cuentan con tecnología de cancelación de ruido.
En la lista se debería incluir también una impresora, que en el mejor de los casos tendría funciones de escáner. Así, tu home office estará equipada para gestionar cualquier tipo de comunicación o procesar cualquier documento sin ningún problema. Además, la mayoría de las impresoras de última generación son especialmente prácticas, pues funcionan vía Wi-Fi y ya no conllevan ningún desorden de cables.
Una fuerte conexión a Internet
Al instalar una estación de trabajo en casa, a menudo se descuida algo que es crucial: la conexión a internet. Cuando hay espacios de tu casa a los que no llega la cobertura Wi-Fi, las videoconferencias empiezan rápidamente a poner a prueba tu paciencia, y cada intento de acceder al servidor de la empresa a través de una VPN se convierte en una prolongada pausa para el café. En los hogares privados este tipo de problema se agrava especialmente después del mediodía, ya que suele haber más dispositivos consumiendo el ancho de banda al mismo tiempo.
Las soluciones de red modernas ayudan a resolver estos problemas. Los pioneros alemanes de la tecnología Powerline, devolo, convierten la línea eléctrica disponible en una autopista de datos que fluye a la velocidad del rayo. Esto se consigue simplemente enchufando un práctico adaptador en una toma de corriente cercana al router, y conectándolo al router mediante un cable Ethernet. Una vez hecho esto, puedes utilizar adaptadores adicionales en cualquier lugar en el que necesites un Wi-Fi potente. Esto significa que puedes convertir cualquier toma de corriente de tu casa en un punto de acceso a Internet de alta velocidad. En un piso suele bastar con un kit de dos adaptadores, mientras que para casas más grandes existen kits con más adaptadores. Los productos también ofrecen la función Wi-Fi mesh de última generación para una conexión inalámbrica especialmente estable en todas las habitaciones.