
Las baterías de estado sólido están dejando atrás el laboratorio para acercarse a la producción real. Grandes fabricantes como CATL, Toyota, Samsung, BYD o Mercedes ya han fijado el año 2027 como el punto de inflexión para lanzar los primeros vehículos eléctricos con baterías 100% de estado sólido, es decir, con un electrolito sólido real, sin el componente líquido de las actuales soluciones híbridas.
Estas baterías prometen densidades energéticas de hasta 400 Wh/kg, con un potencial teórico cercano a 500 Wh/kg, lo que supone más del doble que las populares baterías LFP utilizadas en la mayoría de vehículos eléctricos actuales. Este salto permitiría duplicar la autonomía manteniendo el mismo tamaño físico, además de aumentar la seguridad al eliminar electrolitos inflamables.
Un nuevo electrolito flexible cambia las reglas
A pesar de sus ventajas, la fabricación de baterías totalmente sólidas sigue siendo costosa y compleja. El proceso tradicional requiere fusionar el electrolito y el electrodo bajo alta presión y temperatura, lo que reduce la eficiencia del transporte de iones y genera un contacto imperfecto entre capas.
Para resolver este problema, investigadores de la Academia China de Ciencias han desarrollado un nuevo electrolito polimérico flexible basado en grupos etoxi y cadenas cortas de azufre activas. Este material permite una mejor conducción iónica y una fusión molecular más eficaz con el cátodo, eliminando las limitaciones de las soluciones rígidas.
El resultado es un electrolito compuesto que incrementa la densidad energética en un 86% respecto a las celdas sólidas convencionales, además de ofrecer una flexibilidad sin precedentes: la batería puede soportar más de 20.000 dobleces sin pérdida significativa de rendimiento.
Más autonomía, seguridad y durabilidad
Este avance abre la puerta a baterías con mayor resistencia a impactos y una vida útil superior, características cruciales para su aplicación en automóviles eléctricos. Un ejemplo práctico sería el Mercedes EQB prototipo con batería de estado sólido, actualmente en pruebas de autonomía, que podría superar los 2.000 kilómetros por carga si adopta esta nueva tecnología.
La combinación de alta densidad, flexibilidad y seguridad podría convertir este tipo de baterías en la solución definitiva, siempre que los costes de producción se reduzcan lo suficiente para competir con las químicas actuales.
Un salto hacia el futuro energético
El desarrollo chino representa un paso clave hacia la comercialización masiva de baterías de estado sólido realmente flexibles y seguras. Si los fabricantes logran escalar su producción, el salto de rendimiento y autonomía en vehículos eléctricos podría materializarse mucho antes de lo esperado.
Vía: NotebookCheck