
Tras superar brevemente los 4 billones de dólares en valor bursátil, NVIDIA se ha consolidado como el líder absoluto en chips para inteligencia artificial, presentes desde chatbots hasta vehículos autónomos. Sin embargo, su CEO Jensen Huang ha lanzado un mensaje claro: los intentos de Washington por frenar el acceso de China a sus GPU no han servido al objetivo estratégico real.
«Privar a alguien de tecnología no es un objetivo, es una táctica, y esa táctica no ha servido al propósito», declaró Huang en una entrevista con Fareed Zakaria en CNN. Para el ejecutivo, el liderazgo tecnológico de EE. UU. no se sostiene a base de prohibiciones, sino extendiendo lo que denomina un “stack tecnológico americano” por todo el mundo.
“La mitad de los ingenieros de IA del mundo son chinos”
Huang advierte que casi el 50% de los ingenieros en inteligencia artificial son de origen chino, y que si se les impide utilizar tecnologías estadounidenses, simplemente acelerarán el desarrollo de alternativas nacionales, acortando la brecha de innovación y erosionando la influencia global de EE. UU.
Aunque algunos legisladores temen que estas GPU puedan usarse con fines militares, Huang descarta esa preocupación. Argumenta que los ejércitos no confían en las cadenas de suministro de rivales, y que China ya cuenta con supercomputadoras de fabricación propia. “No necesitan chips de NVIDIA para construir su ejército”, afirmó.
La política de sanciones podría ser un boomerang
Las declaraciones llegan tras una carta firmada por senadores demócratas y republicanos que pedían a Huang alejarse de empresas vinculadas al sector militar chino. En los últimos años, EE. UU. ha endurecido las restricciones de exportación de GPU avanzadas, lo que ha dado lugar a un mercado negro de modelos de alta capacidad.
Estas unidades carecen de actualizaciones de firmware y soporte empresarial, pero siguen entrando en centros de datos chinos, lo que demuestra los límites reales del control de exportaciones.
Inspirado en las palabras de Bill Gates, Huang advierte que los embargos generalizados suelen provocar el efecto contrario. Como ejemplo, menciona las restricciones chinas a las tierras raras, que motivaron a EE. UU. a buscar autonomía tecnológica.
«Si nos lo hacen a nosotros, acabaremos haciéndoselo a ellos», concluyó, enmarcando la carrera IA entre EE. UU. y China como una competencia inevitable pero mutuamente beneficiosa, que solo puede ganarse con innovación, no con muros más altos.
Vía: NotebookCheck